Decisión Original

Pudo haber dicho que no. Entonces, yo no tendría que haber sostenido tantas veces
la mano de mi hijo hasta que bajara la fiebre, ni haber sostenido mi corazón con mis
dos manos para que no me lo rompa otra mujer, ni haber sostenido su cintura bajo la mía, sin decirle alguna vez te amo, ni haber intentado inútilmente sostenerme en pie, en tantas ocasiones a la salida de un bar, ni tendría que haber estado solo el día de mi muerte.
Si él hubiera dicho que no. Yo ahora no estaría sosteniendo los labios de Eva con mi
boca.

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