- Venga pase.
- No le dije mi nombre.
- Si yo no supiese quien es. Usted jamás hubiese llegado hasta esta puerta.
- ¿Para que me llamaron?
- Para lo que usted estuvo pidiendo.
- Yo no les pedí nada.
- No directamente, pero tenemos lo que busca.
- ¿Qué estoy buscando?
- Dejó de trabajar, vendió lo que tenía, y ahora alquila un departamento en un barrio donde pocos hacen preguntas. Compró un auto sin transferir a su nombre y patrulla todas las noches la ciudad, pero no sabe donde buscar.
- ¿Usted si?
- Venga, entremos a esa habitación.
- ¿Ustedes cuantos son?
- Suficientes, pero no se fije en los que están parados, si hace las cosas como corresponde los va a conocer, sino le aseguro que es mejor que se olvide de ellos.
- Todavía no se que es lo que quiere.
- Si lo sabe, lo esta pidiendo a gritos, pero nunca estuvo tan cerca. Ese que tiene a sus pies es un violador. Sin familia ni amigos. Nadie lo va a reclamar.
- No traje mi arma.
- Este trabajo requiere más compromiso.
- Lo siento.
- Eso va a tener que dejar de hacerlo.
- ¿Qué cosa?
- Sentir, no sirve de nada para lo que va a hacer.
- ¿Cómo se que no me miente?
- ¿Usted está seguro de lo que hace por las noches? Su hija era una linda chica, pero ¿usted tiene las pelotas para jugarse la vida? Si matar gente no va a cambiar nada.
- ¿Usted que mierda sabe de mi hija?
- Que un hijo de puta como este se la garchó en un baldío y le pegó hasta romperle todas las costillas, que cuando pudo abrir un ojo y se vio humillada, se quedó acostada hasta que se murió.
- Y ¿este hijo de puta fue?
- No, este no. Este hizo otras cosas.
- Déme un arma.
- Acá cada cual trae las suyas. Ahí tiene un fierro si quiere. Agárrelo fuerte y apunte a la frente, siempre bajan la cabeza, no le va a errar.
- Y ahora ¿Qué?
- Ahora lo presento, venga conmigo.
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