Más allá de las trivialidades

¿Cuántas veces escuchaste tu nombre para darte vuelta y ver que no había nadie?.  ¿Cuántas lo viste entre las sombras de tu habitación y al encender la luz solo era tu ropa?.  ¿Cuántas veces convencido de que te seguían aceleraste tu temeroso paso y llegaste a salvo a tu casa?.  ¿Cuántas veces tu imaginación recibió la culpa de tus miedos y todo volvió a ser igual?.  Demasiadas veces estuviste apunto de conocerlo y te salvo tu ingenuidad; esa ingenuidad que te instalaron la rutina y la TV y que no te permite ver más allá de lo que se puede tocar.
Vos como tantos otros que vaciaron la palabra Dios para dejarla sin contenido y olvidada en alguna lengua de palabras en desuso.  Que lejos estás de caer en sus manos.  Ustedes que al darle la espalda me condenaron a ser su único alimento, su única esperanza.
Maldito y olvidado sea el día que decidí buscar más allá de las trivialidades y creí en su existencia.  Jamás imaginé que mi ángel guardián no seria tal y esperando oculto y rabioso por esta sociedad que lo dejó de lado, le perdió el miedo y lo redujo a un simple súcubo rencoroso que tomó mi fe, mi invitación, para apoderarse de mí.
Él, que envidia a la muerte por su poder acrecentado por los tiempos que corren jamás me dejará escapar.  Cada día que pasa él estará conmigo elevándome a los más altos placeres carnales, agotando mis fuerzas para robarme el alma y volver hacer el que fue; y yo desdichado y rendido en esta habitación de la cual hace semanas que no salgo te escribo mi suerte quemando mis últimas energías para que la muerte me arranque de sus manos.
Ya no sé que día es hoy, si el ya vino o esta por venir; pero de algo estoy seguro y es que no me dejará partir, manteniendo esta agonía alimentándome lo suficiente para no morir este día.  Y se saciará de mí una y otra vez hasta encontrar a otro que ocupe mi lugar.
Yo, ya sin esperanzas de abrazar la muerte envidio y anhelo tu triste ingenuidad.

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