Tres colifas

Los tres estaban en el salón de recreo mirando por la ventana, viendo como los otros internados se lanzaban en busca de los visitantes pidiendo cigarrillos.  El parque era extenso y poblado de árboles y locos, cerrado por paredones que aislaban a los insanos aun más de la realidad.    El más alto de los tres, con las manos cruzadas en la espalda dijo:
            -¿Cómo pude equivocarme así?, si los hubiese dejado bajo mi mano, esta gente  no estaría detrás de estos muros, el libre albedrío, no fue ningún acierto
 Al que estaba su lado, se le llenaron los ojos de lagrimas, las secó con la manga del pulóver de lana y contestó:
  -         Padre, su único error fui yo.  Yo fui quien no supo reconocer su grandeza y lo desafié probando el fruto prohibido.
 -         Ese era tu camino, contestó, el que yo decidí para ti, pero no pude ver la contaminación en los corazones de tu descendencia.

-         Ella me hizo caer.  ¿Es ella quien mezcló en su vientre las dudas de su obra?
 -         No, el ángel caído se encargó de esa tarea, siguió hablándole al oído después de desterrados.
 -         Perdón mi señor, por no darme cuenta de su debilidad y dejarme convencer, esa víbora nos engañó a todos.
 -         La víbora que nombras, vive del resentimiento y la crueldad, jamás va a poder ser lo que pretende.
 -         ¿Qué es lo que pretende? Padre santo.
 -         Ser yo, pero no es más que un pobre ángel que creyó tener un alma.
 El tercer loco que escuchaba con atención, dio media vuelta y se fue muy enojado hablando entre dientes, los otros dos lo miraron y el más alto dijo:
 -         No le hagas caso hijo mío, ya se le pasará, es que no soporta que hablemos mal de él.

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